jueves, 12 de septiembre de 2013

el dichoso arte de echar de menos

Si alguien alguna vez me pregunta en qué soy bueno, lo tengo claro, le contestaría sin ninguna duda, yo soy el mejor echando de menos.

Porque a mí, nadie nunca me enseñó a olvidar, y por éso recuerdo... y recuerdo... y recuerdo...

Tal vez no sea una buena virtud, y sea un buen defecto, éso no lo entro yo a juzgar. A veces es una virtud y otras un defecto. Lo que sí que sé es que la mayoría de las veces duele, para bien o para mal.

En otra cosa que sé que lo hago bien es con mis amigos, aunque a mi manera, siempre estoy allí, para lo que quieran, cuando quieran, sin preguntas, sin historias, éso es para mí la amistad, que me dejen a mi bola y yo les dejo a la suya, y cada uno contamos con los otros cuando se necesita. Y a mí me gusta así, aunque a veces no todo el mundo lo entienda, pero es como mejor sé llevar una relación de amistad. Pero si hay que adaptarse a otro modelo, lo hago, mis amigos son mi familia y no tengo nada más grande que mi familia. Les quiero y me quieren, o eso espero...

También soy muy bueno queriendo, de una forma muy peculiar a veces, pero sí, es otra de las pocas cosas que sé hacer bastante bien. Doy todo lo que tengo, y si no lo tengo, me lo invento. No sé si a veces he sabido transmitirlo, pero de verdad que lo he dado, o al menos lo he intentado siempre con todas mis ganas. No me podré decir nunca que no he intentado las cosas con todas mis ganas, porque así ha sido, a veces he tenido más y otras menos, pero siempre lo he intentado, aunque tal vez no era lo que pensaba o mi manera de hacer las cosas, pero lo he hecho por quién he tenido al lado, unas veces con más éxito que otras, eso sí, mi dura cabeza a veces pone demasiadas barreras, pero por esa razón estoy luchando conmigo más que nunca, para intentar cambiar.

Lo que jamás haré, será dejar de sonreír, por nada, por todo, por cualquier cosa...
Aunque cueste más o menos. Porque sin risas, sería un día perdido

Los recuerdos son puñales que se me clavan varias decenas de veces al día...

Hago la cama y pienso en cómo poner las sábanas.

Miro la tele y aparece en cualquier sitio.

Mirándome al espejo.

Todas las canciones hablan de mí. O de ti, o de los dos.

Sólo veo perros grandes, blancos y con pelo largo, el resto no soy capaz de distinguirles.

Pienso en qué estará/n haciendo a todas horas.

Todos los niños los comparo con él, y siempre pierden.

Hay un polo de mi armario que me recuerda a una persona, pero casi la totalidad del armario lo hace a otra.

Tengo que ponerme plazos para no estar todo el día mirando sus cosas.

En fin, que me considero el mejor recordador del mundo... me lo tendré que tomar con guasa, porque si no, estoy jodido. Yo soy el que ha decidido ésto y tengo que asumir mis decisiones, pero no es nada fácil...

Cómo luchar contra todo lo que has pensado toda tu vida? Cómo cambiarlo? Cómo dejarlo atrás??? No lo sé, por éso, soy fiel a ello. Tal vez me equivoque, y me arrepienta, tal vez no. No lo sé.

No me entiendo, es lo que pasa, y no sé cómo narices hacerlo, simplemente intento que una parte de mí, no moleste demasiado a la otra para no entrar en una lucha a muerte descabellada entre cabeza y corazón, entre ikaro y manu, entre la locura y la estabilidad, entre la pasión loca o la pasión fiel, entre el niño y el hombre... en fin, la lucha interior que he tenido toda mi puta vida.

Sé que es un carta muy arriesgada la que estoy jugando, pero soy transparente. Se acabó el ocultar cosas, el mentir, al que no le guste lo que digo, como soy o lo que hago o dejo de hacer, suerte. Se acabó el miedo a decir la verdad por lo que pueda pasar, lo que tenga que pasar, que pase. Lo acepto.

Abro los brazos a lo que tenga que venir, yo soy responsable de mis actos, no los demás.

Simplemente quiero cambiar, encontrar mi sitio y disfrutar de la vida, que para éso está.

Ya llegará si tiene que llegar, no lo hará si no.

Miro la vida de frente.

Con la cabeza alta.

Tranquilo.

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