jueves, 2 de junio de 2011

Echo de menos...


Y con junio... yo digo, que echo de menos.

Porque la nostalgia es así, impredecible. Te puede morder en cualquier momento, sin avisar, sin que apenas te des cuenta, y te deja tocado.

Aunque no hundido. Estoy empezando a saber bailar bajo la lluvia cuando el Sol se ha escondido...

La nostalgia y yo, daría para mucho el título de ese libro, o para futuros proyectos.

El caso, y a lo que voy, es que yo, de las mejores cosas que hago es echar de menos. Sí, es así. No entiendo muy bien la razón, pero siempre estoy viviendo en pasado o futuro, nunca en el presente. Es uno de mis muchísimos defectos.

El otro día se me cruzó un pensamiento que me hizo parar y reflexionar. Ahora vivo bien, me gusta mi forma de vida, empiezo a cogerle el punto, hago cambios dentro de ella, para que ésta me guste más, pero no puedo evitar pensar que echo de menos algunas cosas... y éso sí que no lo puedo cambiar.

Por ejemplo echo de menos a mi padre, mucho. Lo que más. Nadie se puede hacer una idea [sin pasar por ello] de lo que se puede echar de menos a una persona tan importante como un padre o madre.

Echo de menos haber aprendido a afeitarme con él.

Echo de menos que no hubiera estado ahí cuando aprendí a conducir. O enseñarle mi primer coche o mi primera moto con orgullo, las primeras cosas mías mías, pagadas por mí con esfuerzo y sacrificio, por supuesto.

Echo de menos haberle podido presentar a mi primera novia.

Echo de menos no verle sonreír, o que el sonriera conmigo.

Echo de menos abrazarle y no soltarle.

Echo de menos haberle conocido más.

Echo de menos su voz, que apenas recuerdo.

Echo de menos toda la vida que ha pasado y la que me queda por vivir, que podía haber sido junto a él.

Hace tiempo, las lágrimas aprendí a convertirlas en agridulces por este tema. Pero a parte de a él, echo de menos muchísimas cosas más. Y por muchas que ponga, se me quedarán otras en el tintero.

Echo de menos todos los besos que no he dado. Y al revés.

Echo de menos al joven que podía haber sido.

Echo de menos los besos llenos. Los vacíos no llenarían jamás el espacio de uno solo lleno.

Echo de menos a mi familia. A lxs abuelxs que no tuve, a mi abuela que se fue demasiado pronto. A la relación que tenía hace años con mis primxs.

Echo de menos a todas las mujeres que han pasado por mi cama, y a todas las que quedan por pasar.

Echo de menos los abrazos que duelen. De esos que no puedes estar en otro sitio más que ahí, ahora, con esa persona.

Echo de menos los veranos de hace años.

Echo de menos la sonrisa de mi madre, que cada vez es más escasa.

Echo de menos a muchxs amigxs que se quedaron por el camino, o que cambiaron, o vete tú a saber...

Echo de menos la cama revuelta...

Echo de menos las sonrisas que iluminan días.

Echo de menos un trabajo.

Echo de menos a ese chico que se convirtió en hombre de golpe.

Echo de menos la locura, que cada día se me agota un poquito más.

Echo de menos la bondad de la gente.

Echo de menos las ganas de cambiar el mundo de la gente.

Echo de menos a un país, que no siento como mío.

Echo de menos mi vida anterior, aunque no la quiera ni en pintura, pero es inevitable a veces echar de menos ciertas cosas.

Echo de menos todas las ocasiones desperdiciadas para haber sido feliz.

Echo de menos todas las muestras de cariño que se me han quedado en la punta de la lengua o de los dedos.

Echo de menos el ruido, porque los silencios no los echo de menos.

Echo de menos las ganas de vivir de hace años.

Echo de menos la felicidad del ignorante.

Echo de menos todos los países que me quedan por visitar.

Echo de menos los sueños.

Echo de menos otro mundo, mucho mejor que éste.

Echo de menos tantas cosas...

A partir de ahora, después de haber soltado todo este lastre, toca viajar ligero de equipaje. Me espera un verano movidito, despidiéndome de este país y de las personas que habitan en él.

Hay muchos destinos en la ruta de viaje, desde El Algarve a Barcelona, pasando por Cádiz o Mojácar, pero bueno hay tiempo para todo, incluso para añadir más puertos a mi viaje, aunque está claro cual es el destino final: Bristol. Here we go!

A vivir la vida! Con una jodida sonrisa de oreja a oreja. Así pocas cosas pueden salir mal.

Viviendo es como se aprende a dejar de echar de menos, creando nuevos recuerdos, nueva vida, nuevas ilusiones y sueños. O si se echa de menos, hacerlo con la cabeza bien alta, aprendiendo del pasado y sabiendo que el futuro va a ser mucho mejor.


A veces el mundo se me queda taaaaaan pequeño!!!

1 comentario: